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Esperanza Rodríguez Cerdán

Esta joven pionera, nacida en Madrid en 1892, termina sus estudios en la Escuela Normal de Maestra de León en la primera década del y en 1916 llega a Miranda, para sustituir a la recordada maestra Faustina Álvarez, cuya magnífica biografía conocemos gracias a las investigaciones de José Manuel Feito. Sabemos por las Memorias de las Mutualidades "Artime" y "Perpetuo Socorro" que Esperanza había sido maestra de Molleda en 1915. Compartía con Faustina una misma sintonía ideológica, sobre todo en lo que se refiere a la educación de las mujeres. En 1915, siendo aún maestra de Miranda, Faustina, las Mutualidades “Artime “y “Perpetuo Socorro” organizan un ciclo de conferencias. Una de ellas es impartida por Esperanza Rodríguez Cerdán; su título es “Aptitudes de la mujer para las ciencias, artes e industrias. Modos de encauzarlas desde el hogar y la Escuela”. Sobre esta conferencia aparece un artículo en la prensa local, donde se recoge la buena acogida que tuvo:

Probablemente nunca habremos leído ni oído una más acertada, razonada, y al mismo tiempo cortés reivindicación de los derechos de la mujer en orden a la cultura que el hombre egoístamente le niega, o a la que la mujer, otras veces, culpablemente renuncia, incapacitándose voluntariamente para participar de modo digno y consciente en la vida social, en el trabajo y en el progreso.

Después de aludir a la desacreditada frenología que no pudo justificar la inferioridad mental de la mujer respecto del hombre, citó nombres de mujeres ilustres desde Safo hasta Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, Colombine, Sofía Casanova y María de Maeztu, pasando por Isabel la Católica , la Nebrija, la Medrano, y Santa Teresa de Jesús, Madame Stael y Concepción Arenal, Jorge Sand, la Avellaneda y Carolina Coronado, Madame Curie y tantas otras que en los diferentes ramos del saber, revelaron y revelan una capacidad intelectual que en determinados respectos supera, y en otros iguala a la del hombre.

Se trataba de una maestra de gran bagaje cultural, tanto por las referencias a mujeres significativas en la historia de España como por las alusiones a mujeres intelectuales de su época. A partir de esta crónica podemos entender que Esperanza Rodríguez Cerdán se situaba decididamente a favor de los derechos de las mujeres en un momento en que el feminismo español era todavía una cuestión incipiente.

Durante su estancia en Miranda, entre los años 1916 y 1917, estuvo al frente de la “Mutualidad Perpetuo Socorro” fundada por su antecesora. También al igual que Faustina, compartió con el maestro de niños de Miranda, José Artime, su lucha incansable por la enseñanza de los niños y niñas, sobre todo de aquellos más humildes, que contaban con menos recursos. Una de las vías que utilizaban estos maestros para mejorar la situación de los pequeños era la comunicación con los diferentes benefactores de la villa. Solían ser en su mayoría indianos que nacieron en Avilés y habían conseguido hacer fortuna en América. Una de las personas que más aportaciones realizó a las escuelas de Miranda fue José Menéndez, conocido como “El Rey de la Patagonia”. Así en 1916, encontramos una emotiva carta dirigida a Don José Menéndez en la que Esperanza R. Cerdán y José Artime le pedían su colaboración, dada la difícil situación económica de los pequeños y la precariedad de la escuela:

  • Miranda 18 de octubre de 1916.
  • Sr. D. José Menéndez y Menéndez
  • Buenos Aires.
Muy señor nuestro: Aunque consideremos como un deber sagrado de todo ciudadano consciente, fomentar la instrucción pública, la instrucción primaria de esta pobre España, donde todavía el Estado tiene Maestros con 625 pesetas de sueldo anual; aunque lo más natural del mundo es que los ricos sientan dolor, dolor en el alma por la ignorancia del pueblo, síntoma seguro del mal de la nación, a cuyo remedio deben acudir por humanidad y por interés propio, ya que no es placentero vivir entre enfermos que nos ensordecen con sus fúnebres ayes de sufrimiento, o que con sus lacerias dan horror a la vista; aunque todo eso es lógico, también es evidente que son casos excepcionales los de enterarse los ricos de que millares de Escuelas primarias de España están instaladas en lugares inmundos, antesalas del hospital y del cementerio; de que el material de enseñanza de muchas escuelas es tan miserable, como contrario a los principios higiénicos; de que en nuestras escuelas hay niños harapientos, escuálidos, víctimas de falta de alimentación, niños desgraciados, ¡ay!, que dice nuestro entendimiento que una criatura hambrienta debe de ser mal receptáculo del saber; de que a los niños pobres valgan lo que valgan, les están cerrados los centros de enseñanza superior.

Nos parece evidente que no se enteran de esas calamidades los ricos, porque no podemos creer que, conociéndolas, no se aunaran para poner coto a un estado de cosas que produce escalofríos al honrado observador.

Se trata de un testimonio en primera persona de la dramática situación que vivían día a día los maestros y maestras de las zonas rurales. La dureza de los primeros párrafos nos da a entender la impotencia que debían de sentir al ver a los niños y a las niñas pasando hambre, al borde de la enfermedad y casi al borde de la muerte, como dicen en la carta, “con sus fúnebres ayes de sufrimiento”. No parece casual que muchas maestras de este período tuvieran más adelante una implicación política, ya que fueron testigos de la miseria que rodeaba a los más débiles. Esta situación desencadenó en muchas de ellas una inquietud social, un nuevo orden de importancia, que situaba el derecho a la enseñanza detrás del derecho a la alimentación: “una criatura hambrienta debe de ser mal receptáculo del saber”. A pesar del tono desgarrado que utilizan los maestros para pedir la colaboración de José Menéndez, la carta no tuvo respuesta.

Su breve estancia en Miranda termina en 1917. Antes de dejar Miranda, en ese mismo año de 1917, Esperanza pone en marcha su último proyecto en la zona: la creación de una biblioteca popular que quedará a disposición del pueblo de Miranda para su formación y disfrute. Esta biblioteca recibe el nombre de “Biblioteca Cerdán”.

Sabemos de la continuación de su labor intelectual a través de los artículos y relatos que publicó tanto en la prensa local. También encontramos colaboraciones de Esperanza Rodríguez Cerdán en la revista Asturias. Esta publicación fue fundada en la Habana por José María Álvarez Acevedo en el año 1914 y servía de lazo de unión entre los asturianos que emigraron a ultramar y los que se quedaron en España. En dicha revista escribieron destacadas mujeres de la escena literaria asturiana como Rosario de Acuña o Eva Canel. En el número correspondiente al 6 de abril de 1919 de esta revista, encontramos un dato revelador sobre la trayectoria de Esperanza: “María Esperanza Rodríguez Cerdán, representante en Asturias de la Unión de Mujeres de España”. Esta organización fue fundada en 1918 por la Marquesa del Ter.

El dato anteriormente citado se encuentra dentro del artículo titulado “El feminismo en Asturias”. En él, el columnista relaciona el feminismo de Cerdán con la ANME, Asociación Nacional de Mujeres de España, que había sido fundada en 1918 por María Espinosa de los Morteros y cuyas posiciones eran mucho más moderadas que las de la UME. Creemos que puede deberse simplemente a una opinión del periodista, que intenta ensalzar, y al mismo tiempo moderar, el discurso de Esperanza R. Cerdán:

Nuestra cultísima colaboradora María Esperanza R. Cerdán, ha dado recientemente en Avilés una conferencia acerca de la “injusticia social y las reivindicaciones feministas”. Un diario de la localidad se expresa en estos términos, respecto a la notable labor de la brillante literata:

Es el feminismo pregonado por la señorita Cerdán, como el que predica la Asociación Nacional de Mujeres Españolas, algo tan delicado, tan justo, tan necesario para la marcha armónica de todos los elementos que integran la vida social que, sin duda ha de abrirse fácil paso en la legislación y en las costumbres, a poco que el legislador y el hombre, recapaciten sobre la tradicional injusticia de que se hace víctima a la mujer, igual al hombre en inteligencia, superior al mismo en sentimiento y afectividad, y apta para todos los menesteres sociales, como ha patentizado la dolorosa experiencia de la guerra.

Expresó la Señorita R. Cerdán las múltiples formas de injusticia que con la mujer española se cometen: las restricciones a su capacidad jurídica en los Códigos; su reducida consideración en el hogar; el abandono en que se deja su educación; la negación de todos los derechos políticos.

Gracias a estos comentarios podemos constatar cómo la misma inquietud que cuatro años atrás llevaba a la maestra a pronunciarse a favor de la formación de las mujeres la llevaba ahora mucho más lejos. Su compromiso crecía y se encontraba ya al frente de una organización femenina exigiendo una legislación justa para las mujeres. A partir de 1929 empieza a firmar sus colaboraciones en la prensa local desde Madrid.

El siguiente dato que tenemos es su último destino como maestra en el año 1936 en Alameda del Valle, un pueblo de la provincia de Madrid. Una vez terminada la Guerra Civil le fue abierto un expediente de depuración por el que fue expulsada del magisterio el 21 de mayo de 1941. Se encontraba entonces en paradero desconocido.

Bibliografía[]

Avilés 1900-1939. Mujeres a Contracorriente.Oviedo Colección Alternativas.KRK ediciones 2008 de Rebeca Fernández Alonso

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